domingo, 21 de octubre de 2007




jacksonville listings
“Basta de Metáforas; es necesario hacer visible, lo invisible”


Katherine Vidal Espinoza







INTRODUCCION

“Si acaso con mis palabras ofendo a alguna persona, que no crea en ellas y considere que el fin es inminente, que recuerde que solamente soy una joven de 21 años, de padres pertenecientes a la clase media, sin una formación académica y científica extraordinaria, guiada solamente por el propio corazón”

Solo la necesidad de compartir con otros mis ilusiones y sueños han impulsado este libro. La experiencia se reduce a 21 años contemplando día tras día como la humanos limitan su humanidad, cada día más. 21 años contemplando como la individualidad teje campos de fuerza impenetrables entre mis semejantes.
21 años observando el horror de la guerra, y al término de ellas la patética frase de “No debemos olvidarnos de nuestros errores, sino volveremos a cometerlos”, y la repetición del ciclo de violencia que hace añicos las pretensiones de una memoria, que nos impida tropezar dos veces con la misma piedra.”

21 años mirando, observando el mundo que me rodea, apreciando el sistema desde fuera, desde dentro. Pasajes completos de mi vida enfrascada en discusiones inútiles por comprar aquel artículo que sería la envidia de mis amigos, para sólo darme cuenta que cada uno de ellos me alejaba más y más de la amistad.
21 años pensando, en cómo las fronteras de los mapas que nos enseñan en geografía se han traspasado a nuestras mentes y corazones, y la defensa violenta que realizamos a ellas.
21 años creyéndome mejor que todos, inferior que todos, y todo desde una misma situación.
21 años de experiencia, que me permiten ver hoy con ojos entristecidos y sollozantes a mi humanidad, convertirse en algo extraño, en una masa deforme de rostros y cuerpos mutilados, operados, golpeados, venerados, imitados; que día a día consumen los recursos del único planeta que tenemos.
21 años sin decir nada es un cuarto de vida siendo muda. 21 años de mi vida, sin darme cuenta de la relación entre las cosas que veía, han sido 21 años de ceguera, 21 años escuchando los mensajes de odio, dominación, dolor e impotencia, sin considerarlos, han sido 21 años de mi vida sorda, 21 años de mi vida caminando sola por un camino, sin tomar de la mano a nadie en mi andar, han sido 21 años de mi vida en los cuales mis piernas han sido inútiles. 21 años de mi vida siendo discapacitada de cada uno de los órganos y sentidos que Dios me regaló para apreciar su obra, son demasiados. Es necesario aprender a usarlos, y el proceso cada día cuesta más, al utilizarlos por primera vez, los gritos de dolor que hay en el mundo son ensordecedores, continuamente me dan ganas de volver a la sordera en la que vivía, mis ojos, están comenzando a dibujar día a día un paisaje común para todos, en el que todos mis sentidos me hacen darme cuenta de una sola cosa. La Humanidad, es una inmensa red interdependiente, la limitación de los sentidos de la que hablaba Maturana, puede ser sustituida, por el sexto sentido del alma, para la cual ni las fronteras, ni los lenguajes son una barrera para entender al otro. Podrán decirme que es algo lógico, podrán decirme que es un proceso que pasará, e incluso señalarme como la necia que recién rompió su burbuja a los 21 años. Pero diré sin miedo, que nunca quiero que dejen mis ojos de llorar con el sufrimiento ajeno, aunque este a miles de kilómetros de distancia, quiero y suplico por que la piel se me erice cada vez que sienta que algunos sufren. Quiero dejar de ser discapacitada, quiero rehabilitarme, y este un proceso diario y continuo del cual me maravillo cada día más. Pero esta rehabilitación no necesita médico alguno, ni Institución, ni instrumentos, es mi propio espíritu quien me irá marcando el camino, pero la única forma de escucharlo, es que deje que mis sentidos por fin sintonicen con el caos del mundo, solamente así se puede crear la sinfonía perfecta, una a una cada alma como un instrumento único darán vida a esta orquesta, hay que comenzar a escuchar y a ver, para lograr en algún momento producir un lenguaje universal a través de la música de millones de almas en perfecta armonía.


CAPÍTULO 1

El mundo de Barbie; “El todo es más que la suma de las partes”

“El todo es más que la suma de las partes”, nos enseñan en la escuela, hoy pienso que la humanidad es distinta “ las partes suman el todo”, sin aquellas partes, sin cada una de ellas, no existe un todo integrado.
Eso nos ocurre hoy, nos medimos como personas en relación a lo que producimos a lo que compramos, a lo que tenemos, validamos nuestra estancia en este mundo a través de vehículos, casas, sueldos suculentos, y nos hemos olvidado de lo más importante.
Los padres les dicen a sus hijos que el máximo tesoro que les pueden dejar es una “profesión con la cual se puedan ganar la vida”, que herencia más vacía, si no hay una herencia en valores, en bondad, en solidaridad y empatía.
Llevan a sus hijos después de misa a los Malls, o a las grandes tiendas, sin explicarles acerca del esfuerzo, de la desigualdad social, del cara y sello de la sociedad. Marcan en sus retinas la imagen distorsionada de un mundo perfecto, en el cual las vitrinas reflejan las caras de personas que miran los artículos de moda, y piensan en si estarán en su talla, un mundo en el cual, los niños están perfectamente arreglados, en el cual las familias se maquillan y embetunan, se disfrazan para esta cita con el dinero, con el jet set de la sociedad,
Cada uno de ellos con máscaras iguales, las marcas en sus ropas son un signo inequívoco que comparten el mismo discurso. Las conversaciones que se refieren casi la mayoría de las veces, a lo que le paso a otros. A señalar el error de otros.
Un día me encontré a mi misma en estos templos, admirando cosas que jamás podré comprar, cuando pensé en la frase más lógica que se pueda imaginar, “pero... ¿para qué lo necesito?”; para vanagloriarme, para subir mi status social, para ser una imagen a imitar. ¿Para qué?, y recién por fin reparé en los demás, me abstraje de aquella situación, y observe formas de distintos colores que entraban a alguna tienda, reían salían con bolsas, bajaban al subterráneo se subían a sus autos y regresaban a sus hogares, listos y refrescados para iniciar la nueva semana.

Estos espacios se han convertido en lugares de relajación, de distracción, de alegría. Pero en qué momento pasó esto.
Me subí al torbellino de la memoria y retrocedí 10 años, me vi. a mi misma, en un parque simplemente caminando de la mano de mi madre, me vi jugando en una piscina enorme de cemento que estaba vacía, me vi maravillándome con cajas, que con lápices de colores convertía en maquinas voladoras o en veloces vehículos de carrera. Me vi. con mi hermano, construyendo con cada uno de los juguetes rotos un mundo de ensueño para los protagonistas de nuestras historias. En ellos solo había una casa, un hospital y un parque de diversiones con una piscina, toboganes de colores, columpios con pita, resbalines hechos con libros.
Volví a la realidad y reparé en una juguetería en la cual vendían el “Mundo de Barbie”, el cual consistía en muchísimas tiendas con ropa, veterinarias, clínicas, Spas, autos lujosos, etc. Pensé entonces que hoy vendían los mundos hechos, y estos se graban en las conciencias de los niños, día a día, y sus vidas completas las dedican a replicar el “Mundo de Barbie”, un estilo de vida perfecto en el cual , tú eres la estrella, y los demás admiran tu resplandor.
¿Cuándo esto cambió, en que momento, todo nos lo construyeron?¿ En que instante la imaginación se transformo en algo absurdo que corrompía las mentes de los niños, y los distraía de lo realmente importante?.

Intento descifrarlo y no lo comprendo. Nuestros mundos están hechos a imagen y semejanza de aquellos que tienen todo, conspiran las empresas, las tiendas, las campañas y la televisión, realizan un cobarde trabajo de joyería con nosotros, y nos hacen suyos, nos cosen a hilos y nos manipulan como marionetas. Nos hacen creer que solamente dejaremos huella en el mundo si nos inscribimos en la historia, de cualquier manera posible.

Que pasa entonces, por qué no hemos apreciado ni reparado en estos hilos invisibles, la respuesta más de algún lector la habrá adivinado. Nos discapacitaron sus discursos dominantes, nos imposibilitaron el construir nuestros propios sueños. Nos negaron el ver más allá de los límites de nuestra vista. Pero hubo algo que no pudieron reprimir, y fue nuestro espíritu, que nos grita día a día que cortemos las amarras, y caminemos por nosotros mismos.

Hace lógica la frase del colegio “el todo es mas que la suma de las partes”, en el Mundo de Barbie, el mundo perfecto se construye juntando todas las piezas que crean y emulan nuestro mundo real, cada tienda, cada línea de ropa, nos permitirá elegir, cada diseñador permitirá que despleguemos nuestra “libre expresión” para determinar si es mejor la colección de Oscar de la Renta o la de Dolce Gabana. En esta lógica individualista y consumista efectivamente el todo es mas importante que las partes. Dejando de lado el mundo de Barbie, y volviendo al mundo real, la felicidad completa, el todo integrado, no es posible, sin el auto, la lujosa mansión, la piscina, los sirvientes, el maquillaje, el alto cargo en una empresa, la tecnología de última punta. Tristemente me reconozco a mi misma anhelando el mundo de Barbie con frases como “Cuando tenga mi casa y mi auto voy a estar tranquila”. Que frase más carente de todo y tan llena de nada, tuve momentos felices en mi niñez, y recuerdo con alegría el que me bañaran en una lavadora, desenchufada por supuesto, recuerdo con nostalgia, como mis padres con algunos vecinos corrían a buscar el techo que se nos volaba cada invierno. No tengo autos lujosos ni mansiones en mi memoria, sino pequeños detalles de mi vida que se unen dibujando una sonrisa en mi rostro.

Quiero dejar el Mundo de Barbie atrás, y comenzar a construir el mundo de Katherine, un mundo en el que no hacen falta demasiados lujos para ser feliz, un mundo en el cual la tranquilidad no se mida en millones de pesos, sino en millones de recuerdos alegres. Mi tranquilidad económica será entonces lograr pagar mis cuentas a fin de mes, y no agregar cada mes una cuenta nueva al presupuesto familiar. El hilo que tejió el Consumismo está rompiéndose, aunque se niega a caer, y se sostiene de fibras casi imperceptibles, y es que tampoco, se puede vivir en negación, el mundo lamentablemente tiene una lógica que necesita mucho tiempo para ser eliminada. Pero esa es la tarea, percibir lo imperceptible, darnos cuenta de que es lo que nos impulsa día a día, a trabajar o a estudiar. Poner nuestros objetivos en una balanza y crear un equilibrio propio y persona.
Si se necesita aclaraciones mas directas. ¿ De que nos sirve la última tecnología en nuestras cocinas, si nuestras comidas cada ve pierden el único aliño que permite que las alojemos en nuestra memoria y es el cariño con la cual se preparan?¿ De qué nos sirve el auto de último modelo, si nos sirve para ir y volver al trabajo y no para apreciar los bellos paisajes de nuestro mundo?¿ De que nos sirve un departamento con vista al mar, si no podemos estar en ellos por que nuestras jornadas laborales nos lo impiden? ¿ Para qué construir entonces el mundo de Barbie, si es solo plástico frío, y un plástico que ni siquiera podemos apreciar?.
Mi felicidad entonces no está en cada una de las partes que logro juntar, no está detrás de cada tapa de yogurt que arma el premio final, mi felicidad se construye día tras día, no en función de cuanto tengo, sino de cuanto dispongo realmente. Ese es nuestro todo, cada uno de nosotros sabe cuáles son las partes que la completan, las verdaderas, las que sólo nuestro corazón nos piden diariamente.